miércoles, 13 de octubre de 2010

SÍNDROME DE ASPERGER

SÍNDROME DE ASPERGER

Información extraída del sitio de la
FUNDACIÓN ASPERGER ARGENTINA (e.f.):



El SÍNDROME DE ASPERGER es un trastorno del desarrollo cerebral muy frecuente (de 3 a 7 por cada 1.000 niños de 7 a 16 años), que afecta más a los niños que a las niñas y que al ser recientemente reconocido por la comunidad científica (Manual Estadístico de Diagnóstico de Trastornos Mentales en su cuarta edición en 1994 de la Asociación Psiquiátrica Americana) es un desconocido entre la población general e incluso por muchos profesionales.

La persona que lo padece tiene un aspecto externo normal, suele ser inteligente y no tiene retraso en la adquisición del habla, pero tiene problemas para relacionarse con los demás y en ocasiones presentan comportamientos inadecuados. Los padres suelen percibir esta diferencia entre los 2 y los 7 años, buscando una ayuda que en muchas ocasiones no es la apropiada.

A pesar de sus dificultades son nobles, con un gran corazón, una bondad sin límites, fieles, sinceros, y un sinfín de valores que podemos descubrir con tan sólo mirar un poquito en su interior. Niños y niñas, hombres y mujeres diferentes, que han nacido marcados por una discapacidad invisible, que en algunas ocasiones les proporcionará a ellos y a sus familiares problemas, sufrimiento y soledad. Todos ellos luchan sin descanso, con la esperanza de conseguir un futuro más amable en el que puedan comprender el complejo mundo de los seres humanos y ser aceptados tal como son.

A continuación se citan algunas de las características que presentan estos niños. Cada niño las expresa de forma diferente. Si algunas de ellas se evidencian en tu hijo, un familiar , un alumno o conocido, es aconsejable que sea visto por un profesional (psicólogo, neuropediatra, psiquiatra infantil, ...) que pueda establecer el diagnóstico y tratamiento apropiados.


HABILIDADES SOCIALES Y CONTROL EMOCIONAL:
• No disfruta normalmente del contacto social.
• Se relaciona mejor con adultos que con los niños de su misma edad.
• Tiene problemas al jugar con otros niños.
• No entiende las reglas implícitas del juego.
• Quiere imponer sus propias reglas al jugar con sus pares.
• Quiere ganar siempre cuando juega.
• Prefiere jugar sólo.
• Le cuesta salir de casa.
• El colegio es una fuente de conflictos con los compañeros.
• No le gusta ir al colegio.
• Es fácil objeto de burla y/o abusos por parte de sus compañeros, que se suelen negar a incluirlo en sus equipos.
• No se interesa por practicar deportes en equipo.
• Tiene poca tolerancia a la frustración.
• Cuando quiere algo, lo quiere inmediatamente.
• Le cuesta identificar sus sentimientos y tiene reacciones emocionales desproporcionadas.
• Llora fácilmente por pequeños motivos.
• Cuando disfruta suele excitarse: saltar, gritar y hacer palmas.
• Tiene más rabietas de lo normal para su edad cuando no consigue algo.
• Le falta empatía: entender intuitivamente los sentimientos de otra persona.
• Puede realizar comentarios ofensivos para otras personas sin darse cuenta, por ejemplo: "qué gordo".
• Tiene dificultad para entender las intenciones de los demás.
• No tiene malicia y es sincero.
• Es inocente socialmente, no sabe como actuar en una situación. A veces su conducta es inapropiada y puede parecer desafiante.
• No entiende los niveles apropiados de expresión emocional según las diferentes personas y situaciones: puede besar a un desconocido, saltar en una iglesia, etc.
• No se interesa por la última moda de juguetes, series de TV o ropa.


HABILIDADES DE COMUNICACIÓN:
• No suele mirarte a los ojos cuando te habla.
• Interpreta literalmente frases como: "hay miradas que matan".
• Se cree aquello que se le dice aunque sea disparatado.
• No entiende las ironías ("A ti no te gustan los helados"), los dobles sentidos, ni los sarcasmos.
• Habla en un tono alto y peculiar: como si fuera extranjero, cantarín o monótono como un robot.
• Posee un lenguaje pedante, hiperformal o hipercorrecto, con un extenso vocabulario.
• Inventa palabras o expresiones idiosincrásicas.
• En ocasiones parece estar ausente (como "en la luna"), absorto en sus pensamientos.
• Habla mucho.
• Se interesa poco por lo que dicen los otros.
• Le cuesta entender una conversación larga.
• Cambia de tema cuando está confuso.


HABILIDADES DE COMPRENSIÓN:
• Le cuesta trabajo entender el enunciado de un problema con varias frases y necesita que le ayuden explicándoselo por partes.
• Tiene dificultad en entender una pregunta compleja y tarda en responder.
• A menudo no comprende la razón por la que se le riñe, se le critica o se le castiga.
• Le es difícil entender cómo debe portarse en una situación social determinada.
• Se suele poner las zapatillas o la camiseta del revés o no encuentra cómo ponerse correctamente el pantalón.
• Tiene una memoria excepcional para recordar datos, por ejemplo: fechas de cumpleaños, hechos sin importancia, etc.
• Le gustan las asignaturas lógicas como las matemáticas y las ciencias en general.
• Aprendió a leer solo o con escasa ayuda a una edad temprana.
• Su juego simbólico es escaso (juega poco con muñecos) y en general demuestra escasa imaginación y creatividad.
• Es original al enfocar un problema o al darle una solución.
• Tiene un sentido del humor peculiar.


INTERESES ESPECÍFICOS:

• Está fascinado por algún tema en particular y selecciona con avidez información o estadísticas sobre ese interés. Por ejemplo, los números, vehículos, mapas, clasificaciones de equipos deportivos o calendarios.
• Ocupa la mayor parte de su tiempo libre en pensar, hablar o escribir sobre su tema.
• Suele hablar de los temas que son de su interés sin darse cuenta si el otro se aburre.
• Repite compulsivamente ciertas acciones o pensamientos. Eso le da seguridad.
• Le gusta la rutina. No tolera bien los cambios imprevistos (rechaza una salida inesperada).
• Tiene rituales elaborados que deben ser cumplidos. Por ejemplo, alinear los juguetes antes de irse a la cama.


HABILIDADES DE MOVIMIENTO:

• Posee una pobre coordinación motriz.
• No tiene destreza para atrapar una pelota.
• Tiene el niño un ritmo extraño al correr.
• Tiene problemas para vestirse.
• Le cuesta abrocharse los botones o hacer un lazo con la cordonera de los zapatos.


OTRAS CARACTERÍSTICAS:

• Miedo, angustia o malestar debido a sonidos ordinarios, como aparatos eléctricos.
• Ligeros roces sobre la piel o la cabeza.
• Llevar determinadas prendas de ropa.
• Ruidos inesperados (la bocina de un coche).
• La visión de ciertos objetos comunes
• Lugares ruidosos y concurridos.
• Ciertos alimentos por su textura, temperatura.
• Una tendencia a agitarse o mecerse cuando está excitado o angustiado.
• Una falta de sensibilidad a niveles bajos de dolor.
• Tardanza en adquirir el habla, en pocos casos.
• Muecas, espasmos o tics faciales inusuales.
• Dificultad para tragar la saliva y babeo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Trastorno del lenguaje en el Sindrome de ASperger

El trastorno específico del lenguaje (TEL) Síndrome de Asperger

Forma parte de los criterios esenciales para el diagnóstico del autismo. Por el contrario, en referencia al Síndrome de Asperger, no solo no menciona la necesidad de que exista un problema del lenguaje, si no que, por el contrario, incluye como criterio necesario para el diagnóstico que no exista un retardo significativo en el lenguaje; entendiendo por retraso significativo la falta de uso de palabras simples más allá de los dos años o de frases comunicativas pasados los 3 años. Sin embargo, no se debe deducir que no existe relación entre el lenguaje y el Síndrome de Asperger. En realidad, prácticamente siempre está presente alguna alteración del lenguaje en el Síndrome de Asperger. Lo que ocurre es que los aspectos formales del lenguaje no están alterados, aunque sí lo están los aspectos pragmáticos, es decir, el uso del lenguaje en relación con el contexto.

Es decir, el lenguaje tiene dos dimensiones, una no social, ligada estrictamente al sentido literal de las palabras y la sintaxis; y otra social, derivada de la función de las palabras en relación con el contexto social en el que se generan las palabras. En los estudios clásicos sobre el lenguaje se han considerado estas dimensiones como independientes una de otra. Por tanto, un individuo con un TEL, podría tener un déficit únicamente en los aspectos formales del lenguaje.

Si se considera que la dislexia se sustenta en un déficit fonológico, aspecto disfuncional que comparten una parte importante de niños con TEL, es comprensible entender el nexo entre dislexia y Síndrome de Asperger. Esta asociación, aunque es poco común, debe contemplarse coma una posibilidad en algunos niños con Síndrome de Asperger.

La hiperlexia, consiste en una excelente habilidad para la mecánica lectora, pero con una compresión lectora muy baja. Algunos niños con Síndrome de Asperger pueden presentar este problema que, en cierto modo, podría ser el equivalente del trastorno semántico pragmático del lenguaje, aplicado a la lectura.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Causas de los síntomas del TOC, y pautas diagnósticas del DSM IV

Causas de los síntomas del TOC, y pautas diagnósticas del DSM IV

14 de Abril de 2010 | escrito por Amelia Catalan Borja | clasificado en General, OER
Pautas diagnósticas del trastorno obsesivo compulsivo por el DSM IV
A. Presencia de obsesiones definidas por:
1. Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusas e inapropiadas y que causan notable ansiedad o molestia.
2. Los pensamientos, impulsos o imágenes no son únicamente preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real.
3. La persona intenta de neutralizar esos pensamientos, impulsos o imágenes con algún otro pensamiento o acción.
4. La persona reconoce que los pensamientos, impulsos o imágenes son productos de su propia mente, no impuestos desde fuera como en la inserción del pensamiento.
Las compulsiones se definen por:
1. Conductas (p.ej., lavarse las manos, ordenar, comprobar) o actos mentales (p.ej., orar, contar, repetir palabras en silencio) repetitivos que la persona se siente empujada a realizar en respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas que debe aplicar de forma rígida.
2. Las conductas o actos mentales intentan reducir o evitar un acontecimiento temido, pero son excesivos o no conectados realistamente con ese temor.
B. La persona reconoce que las obsesiones o compulsiones son excesivas o poco razonables.
C. Las obsesiones y compulsiones interfieren de manera significativa en el funcionamiento psicosocial.
D. Si hay otro trastorno del eje I, las obsesiones y compulsiones no se explican por el mismo y le exceden.
E. Las obsesiones y compulsiones no se deben a los efectos de una sustancia psicoactiva o enfermedad médica.
Curso
Aunque el trastorno obsesivo-compulsivo se suele iniciar en la adolescencia o a principios de la edad adulta, también puede hacerlo en la infancia. La edad modal de inicio es menor en los varones que en las mujeres: entre los 6 y 15 años para los varones, y entre los 20 y 29 años para las mujeres. La mayor parte de las veces la aparición del trastorno es de carácter gradual, si bien se han observado casos de inicio agudo. La mayoría de los individuos presentan un curso crónico con altas y bajas, con exacerbaciones de los síntomas que podrían estar relacionadas con acontecimientos estresantes. Alrededor del 15 % muestra un deterioro progresivo de las relaciones sociales y ocupacionales. Aproximadamente un 5 % sigue un curso de carácter episódico, con síntomas mínimos o ausentes en los períodos intercríticos.
Patrón familiar
La tasa de concordancia del trastorno obsesivo-compulsivo es superior en los gemelos homocigotos que en los dicigotos. La incidencia de trastorno obsesivo-compulsivo en parientes de primer grado de individuos con síndrome de la Tourette es superior a la observada en la población general.
Diagnóstico Diferencial
El trastorno obsesivo-compulsivo debe diferenciarse del trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica. El trastorno de ansiedad relacionado con sustancias se diferencia del trastorno obsesivo-compulsivo porque las obsesiones o compulsiones se consideran etiológicamente relacionadas con esta sustancia (p. ej., drogas, fármacos o tóxicos).
Los pensamientos, impulsos, imágenes o comportamientos recurrentes o intrusos pueden aparecer en el contexto de muchos otros trastornos mentales. El diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo no debe efectuarse si el contenido de las ideas o rituales se relaciona exclusivamente con otro trastorno mental (p. ej., preocupación por la propia apariencia en el trastorno dismórfico corporal, inquietud por un objeto o situación temidos en la fobia específica o social, estiramiento del cabello en la tricotilomanía). El diagnóstico adicional de trastorno obsesivo-compulsivo puede seguir estando indicado si el contenido de las obsesiones o compulsiones no mantiene relación alguna con el trastorno mental concomitante.
En el episodio depresivo mayor la constante cavilación sobre acontecimientos potencialmente desagradables o sobre posibles acciones alternativas es una característica frecuente y se considera un aspecto de la depresión congruente con el estado de ánimo más que un síntoma de trastorno obsesivo-compulsivo.
El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por preocupaciones excesivas, que se diferencian de las obsesiones por el hecho de que el individuo las experimenta como una inquietud excesiva referente a circunstancias de la vida real. En cambio, el contenido de las obsesiones no suele versar sobre problemas de la vida real, y el individuo las considera inapropiadas. Si estas ideas perturbadoras de carácter recurrente se relacionan exclusivamente con el miedo a padecer o estar padeciendo una enfermedad importante y este miedo deriva de la incorrecta interpretación de síntomas físicos, en vez de un trastorno obsesivo-compulsivo debe diagnosticarse una hipocondría.
Sin embargo, si la preocupación por tener una enfermedad se acompaña de rituales como lavados o comprobaciones excesivas por el miedo a empeorar o bien a contagiar dicha enfermedad a los demás, puede estar indicado el diagnóstico adicional de trastorno obsesivo-compulsivo. Si existe una preocupación prominente por contraer la enfermedad (más que por padecerla) y no hay comportamiento ritual alguno, el diagnóstico más apropiado es fobia específica a la enfermedad. La capacidad de estos individuos para reconocer que las obsesiones o compulsiones resultan excesivas o irracionales se manifiesta a lo largo de un continuum.
En ocasiones en el trastorno obsesivo- compulsivo el sentido de la realidad puede haberse perdido y la obsesión adquiere a veces dimensiones delirantes (p. ej., la creencia de que uno es el responsable de la muerte de otro individuo por el simple hecho de haberla deseado en algún momento). En estos casos la presencia de síntomas psicóticos puede hacerse constar mediante el diagnóstico adicional de trastorno delirante o trastorno psicótico no especificado.
La especificación con poca conciencia de enfermedad puede ser útil en las situaciones que se encuentran a medio camino entre la obsesión y el delirio (p. ej., un individuo cuya preocupación por contraer una enfermedad, aunque exagerada, es menos intensa que en el trastorno delirante y se justifica por la ubicuidad innegable de los gérmenes).
Las ideas delirantes de carácter recurrente y los comportamientos estereotipados extraños que se observan en la esquizofrenia se diferencian de las obsesiones y compulsiones por el hecho de no revestir carácter egodistónico y no ser congruentes con la realidad. No obstante, algunos individuos presentan síntomas de trastorno obsesivo-compulsivo y esquizofrenia a la vez, lo que justifica el diagnóstico simultáneo de ambos trastornos. Los tics (en el trastorno de tics) y los movimientos estereotipados (en el trastorno de movimientos estereotipados) deben diferenciarse de las obsesiones.
A diferencia de los actos compulsivos, los tics y los movimientos estereotipados son típicamente menos complejos y no tienen como objetivo neutralizar una obsesión. Algunos individuos presentan síntomas de trastorno obsesivo-compulsivo y trastorno de tics a la vez, lo que puede justificar el diagnóstico simultáneo de ambos trastornos
Algunas actividades como comer (p. ej., trastornos alimentarios), el comportamiento sexual (p. ej., parafilias), el juego (p. ej., juego patológico) o el consumo de sustancias (p. ej., dependencia o abuso de alcohol), han recibido la calificación de «compulsivas» cuando se llevan a cabo de forma excesiva.
Sin embargo, no pueden considerarse compulsiones toda vez que la persona suele obtener placer a través de dichas actividades y muchos desean abandonarlas debido a sus consecuencias perjudiciales. Aunque el trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad y el trastorno obsesivo-compulsivo comparten semejanzas nominales, las manifestaciones clínicas de estos trastornos son bastante diferentes.
El trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad no se caracteriza por la presencia de obsesiones o compulsiones; el individuo, ya al principio de la edad adulta, está permanentemente preocupado por el orden, el perfeccionismo y el control. Si el individuo presenta síntomas de ambos trastornos, puede estar indicado el diagnóstico simultáneo de trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad y trastorno obsesivo-compulsivo. Las supersticiones y los comportamientos repetidos de comprobación son frecuentes en la vida cotidiana. En estos casos sólo debe considerarse el diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo si aquéllos suponen una pérdida diaria de tiempo significativa o dan lugar a un acusado deterioro de la actividad global del individuo o a un malestar clínicamente significativo.
Un trastorno de la personalidad es un patrón permanente e inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, tiene su inicio en la adolescencia o principio de la edad adulta, es estable a lo largo del tiempo y comporta malestar o perjuicios para el sujeto.
Las diferencias entre las fobias y el TOC son:
1) Las obsesiones se caracterizan por una preocupación continua por los pensamientos repetitivos y perturbadores.
2) El TOC se caracteriza por elevada ansiedad general y estado de ánimo disfórico.
3) Los rituales en los pacientes con TOC son necesarios aunque no se encuentren en presencia del estímulo fóbico.
Los pacientes obsesivos tienden a padecer depresiones más graves que los pacientes con otros trastornos de ansiedad. Vaughan (1976, citado en Espada, Olivares y Méndez, 2004) encontró una incidencia de depresión entre pacientes obsesivos del 17 al 35%. Turner y cols. (1986, citado en Espada, Olivares y Méndez, 2004) encontraron que todos los pacientes evaluados tenían un grado significativo de depresión evaluado mediante el BDI.
En la mayoría de las ocasiones la depresión suele ser secundaria al TOC. Rachman y Hodgson (1980, citado en Espada, Olivares y Méndez, 2004) informaron que un 55% de sus pacientes no presentaban un trastorno depresivo antes de comenzar a padecer el TOC mientras que muchos de esos pacientes desarrollaron la depresión más tarde. Para Welner y Horowitz (1976, citado en Espada, Olivares y Méndez, 2004) hay una probabilidad tres veces mayor de que la depresión siga al TOC en lugar de precederlo.
Ambos trastornos, el TOC y la depresión suelen agravarse mutuamente por lo que se produce un círculo vicioso. Por otro lado, el DSM IV permite el diagnóstico concurrente de ambos trastornos, considerándose diagnóstico principal a aquel que haya aparecido en primer lugar.
Aunque los delirios esquizofrénicos pueden asemejarse a las obsesiones y los esquizofrénicos pueden manifestar también conductas ritualistas, resulta fácil diferenciar ambos trastornos. Para realizar el diagnóstico diferencia entre el TOC y la esquizofrenia hay que tener en cuenta:
1) Los sujetos con TOC no manifiestan síntomas positivos como alucinaciones y trastornos del pensamiento.
2) La mayoría de los obsesivos (excepto aquellos con ideas sobrevaloradas) reconocen la irracionalidad de su comportamiento.
3) Los rituales en la esquizofrenia no parecen tener un objetivo u obedecen a alguna instrucción externa. Por el contrario, los rituales de los sujetos con TOC sirven claramente para alguna función específica.
4) Los obsesivos no experimentan la sensación de ser controlados o dirigidos por fuerzas externas y sus dificultades no se deben a la suspicacia y desconfianza características de la esquizofrenia.
Como ocurre con cualquier otro trastorno, los sujetos con TOC cumplen varios atributos patológicos de la personalidad. Algunos de estos pacientes cumplirán los criterios diagnósticos del trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad o del trastorno de la personalidad por dependencia.
Un estudio realizado por (Mavissakalian y Hammen, 1987, citado en Espada, Olivares y Méndez, 2004) encontró que las características de la personalidad son importantes predictores del resultado del tratamiento en la agorafobia.
Se llegó a asumir que el inicio del TOC siempre estaba precedido por un trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad. Estudios recientes indican que este trastorno de la personalidad no se da siempre en el TOC.
También se indica en la literatura que algunos sujetos con TOC presentan trastorno esquizoide de la personalidad. Se afirma que estos pacientes serían los más resistentes a los tratamientos cognitivo conductuales y farmacológicos disponibles en la actualidad. En estos casos el proceso terapéutico es más dificultoso y aparentemente menos eficaz. El mantenimiento de los resultados suele ser también más problemático.
Aunque la presencia de un trastorno esquizoide de la personalidad no imposibilita el diagnóstico de TOC, sí constituye una señal de pronóstico desfavorable debiéndose adaptar el tratamiento a este subgrupo de sujetos.
Las conductas obsesivas y los rituales pueden verse en otros trastornos. McKeon, McGuffin y Robinson, (1984, citado en Espada, Olivares y Méndez, 2004) han descrito la existencia de obsesiones y compulsiones en sujetos que se encuentran en proceso de recuperación de traumatismos craneoencefálicos. En ocasiones esos síntomas permanecen durante años e incluso después de recuperado el daño neurológico.
También se ha relacionado el TOC con el síndrome de Gilles de la Tourette. Ambos trastornos se dan simultáneamente en algunos sujetos y se ha establecido una relación patofisiológica (Pauls y cols. 1986, citado en Espada, Olivares y Méndez, 2004). Con frecuencia, los pacientes con síndrome de Gilles de la Tourette suelen tener obsesiones. También los sujetos con TOC suelen presentar en ocasiones conductas similares a tics. Rasmussen y Tsuang (1986, citado en Espada, Olivares y Méndez, 2004) informaron que sólo el 4,8% de una muestra de 44 sujetos tenían ambos diagnósticos de forma concurrente. Cuando el sujeto cumple criterios de ambos trastornos pueden ser diagnosticados los dos.
La bulimia nerviosa también se suele caracterizar por la presencia de obsesiones. También los pacientes obsesivos suelen tener a menudo episodios de ingesta voraz, están preocupados por su funcionamiento corporal y suelen realizar rituales de ejercicio físico. En los bulímicos aparece una urgencia intensa por comer y la comida suele reducir la ansiedad. Ambos trastornos se pueden diagnosticar también de forma concurrente.
Estas dificultades que pueden aparecer en el diagnóstico diferencial del TOC tienen mayor relevancia cuando se necesita realizar el diagnóstico diferencial entre dos conductas problema: ideación suicida en un caso de depresión u obsesiones de suicidio en un caso de obsesiones puras con depresión secundaria.
La necesidad de realizar el diagnóstico diferencial correcto se debe a lo siguiente:
a) Si nos encontramos con obsesiones de suicidio el tratamiento de elección es la exposición y la técnica de reestructuración cognitiva, no sólo no es efectiva sino que también puede conllevar el que el sujeto convierta las “racionalizaciones” en conductas de neutralización, agravando así el problema.
b) Si el sujeto tiene ideación suicida en el marco de una depresión y realizamos exposición disminuiríamos la ansiedad que le producen esos pensamientos incrementando el riesgo de suicidio. Además el trastorno no mejoraría sino que la exposición a los pensamientos negativos haría empeorar la sintomatología depresiva.

Introducción

Tipos de Trastorno Obsesivo Compulsivo

Dentro del TOC se pueden diferenciar ocho tipos:
  • Lavadores y limpiadores: son personas a las que carcomen obsesiones relacionadas con la contaminación a través de determinados objetos o situaciones.
  • Verificadores: las que inspeccionan de manera excesiva con el propósito de evitar que ocurra una determinada catástrofe.
  • Repetidores: son aquellos individuos que se empeñan en las ejecuciones de acciones repetitivas.
  • Ordenadores: son personas que exigen que las cosas que les rodean estén dispuestas de acuerdo con determinadas pautas rígidas, incluyendo distribuciones simétricas.
  • Acumuladores: coleccionan objetos insignificantes, de los que no pueden desprenderse.
  • Ritualizadores mentales: acostumbran a apelar a pensamientos o imágenes repetitivas con el objeto de contrarrestar su ansiedad provocadora de ideas o imágenes, que constituyen las obsesiones.
  • Atormentados y obsesivos puros: experimentan pensamientos negativos reiterados, que resultan incontrolables y bastante perturbadores.
  • Sexuales: consiste en pensamientos sexuales recurrentes, que incluyen sobre todo un temor exagerado a ser homosexual.

Diagnósticos

El TOC en niños comienza entre los 7 a 10 años y tiene una prevalencia de entre 0,3 al 1,9 por ciento en niños y adolescentes. Un 33 por ciento de los adultos con TOC dicen que sus síntomas empezaron en la infancia. Frecuentemente el niño se avergüenza de sus compulsiones porque no son lógicas, pero no las puede evitar, por miedo a que algo mucho peor suceda. A veces los síntomas afectan mucho al niño en el colegio. Otras veces sólo están presentes en casa, y los padres puede creer que el niño los hace para fastidiarles.
El TOC es más frecuente de lo que se creía hace años. Se calcula que aproximadamente el 2 por ciento de la población lo padece. Esta cifra incluye la estimación de pacientes que encubren su enfermedad y que todavía no han sido diagnosticados.

Tratamientos

  • Farmacoterapia: La medicación es útil en el control de los síntomas del TOC pero a menudo, si se deja el fármaco, sobreviene una recaída. La mayoría de las personas necesitará medicarse indefinidamente.El primer tratamiento específicamente aprobado para su uso en el TOC fue el antidepresivo tricíclico clomipramina (Anafranil). Los psicofármacos de segunda generación, que son utilizados hoy en día, se llaman inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Estudios extensos han demostrado que estos inhibidores favorecen, al menos ligeramente, a casi el 80 por ciento de los pacientes. Y en más de la mitad de los casos, la medicación alivia los síntomas del TOC al disminuir la frecuencia e intensidad de las obsesiones y compulsiones. La mejoría por lo general no se alcanza hasta las dos o más semanas de tratamiento.
  • Terapia de Exposición y Prevención de Respuesta (EPR): La psicoterapia tradicional y el psicoanálisis, dirigidos a ayudar al paciente a percibir su problema, no es útil para el TOC. Sin embargo, un método específico psicológico, denominado EPR, es eficaz en muchas personas, especialmente en las que presentan rituales conductistas. Mediante este método el paciente se enfrenta, deliberada o voluntariamente, al objeto o idea temida, ya sea directamente o con la imaginación. Al mismo tiempo, el paciente es alentado a evitar sus rituales con apoyo y medios provistos por el terapeuta, y posiblemente por otros que el paciente reclute para asistirle. Los estudios realizados y la práctica diaria demuestran que la EPR es una terapia muy exitosa para la mayoría de los pacientes que la completan y los efectos positivos perduran una vez finalizado el tratamiento.

Trastorno obsesivo-compulsivo

Trastorno obsesivo-compulsivo

Es un trastorno de ansiedad en el cual las personas tienen pensamientos, sentimientos, ideas, sensaciones (obsesiones) o comportamientos repetitivos e indeseables que los impulsan a hacer algo (compulsiones).
Con frecuencia, la persona se comporta de cierta manera para librarse de los pensamientos obsesivos, pero esto sólo brinda alivio temporal. El hecho de no llevar a cabo los rituales obsesivos puede causar una enorme ansiedad.

Causas, incidencia y factores de riesgo

El trastorno obsesivo-compulsivo es más común de lo que alguna vez se pensaba y la mayoría de las personas que lo desarrollan muestra síntomas hacia la edad de 30 años.
Hay varias teorías acerca de la causa del trastorno obsesivo compulsivo, pero ninguna ha sido confirmada. En algunos informes, este trastorno se asocia con un traumatismo craneal o con infecciones. Algunos estudios han mostrado que hay anomalías cerebrales en pacientes con este trastorno, pero se requiere de más investigación.
Aproximadamente el 20% de las personas con este trastorno presenta tics, lo que sugiere que la afección puede tener relación con el síndrome de Tourettesíndrome de Tourette, pero este vínculo no es claro.

Síntomas

  • Obsesiones o compulsiones que no se deben a una enfermedad o consumo de drogas.
  • Obsesiones o compulsiones que ocasionan gran sufrimiento o interfieren con la vida cotidiana.
Hay muchos tipos de obsesiones y compulsiones. Un ejemplo es un miedo excesivo a los gérmenes y la compulsión de lavarse las manos de manera repetitiva para protegerse de infecciones.
La persona generalmente reconoce que el comportamiento es excesivo o irracional.

Signos y exámenes

Su propia descripción del comportamiento puede ayudar a diagnosticar el trastorno. Un examen físico puede descartar causas físicas y una evaluación psiquiátrica puede descartar otros trastornos mentales.
Los cuestionarios, como la Escala Obsesivo Compulsiva de Yale-Brown (Yale-Brown Obsessive Compulsive Scale,YBOCS), pueden ayudar a diagnosticar este trastorno y hacerle un seguimiento al progreso del tratamiento.

Tratamiento

El trastorno obsesivo compulsivo se trata utilizando medicamentos y terapia.
El primer medicamento que se considera usualmente es un tipo de antidepresivo llamado inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina (ISRS). Estos medicamentos abarcan:
  • Citalopram (Celexa)
  • Fluoxetina (Prozac)
  • Fluvoxamina (Luvox)
  • Paroxetina (Paxil)
  • Sertralina (Zoloft)
Si un antidepresivo ISRS no es efectivo, el médico puede prescribir un tipo de antidepresivo de la vieja generación llamado antidepresivo tricíclico. La clomipramina es uno de estos y es el medicamento más antiguo para el trastorno obsesivo compulsivo. Por lo regular funciona mejor que los antidepresivos ISRS en el tratamiento de esta afección, pero puede tener efectos secundarios desagradables, como:
  • Dificultad para iniciar la micción
  • Caída de la presión arterial al pararse
  • Resequedad en la boca
  • Somnolencia
En algunos casos, se pueden combinar la clomipramina y un ISRS. Otros medicamentos, como los antipsicóticos atípicos en bajas dosis (incluyendo risperidona, quetiapina, olanzapina or ziprasidona), han demostrado que sirven. Las benzodiazepinas pueden ofrecer algún alivio para la ansiedad, pero por lo general sólo se usan con los tratamientos más confiables.
La terapia cognitiva conductista (TCC) ha demostrado que es el tipo de psicoterapia más efectiva para este trastorno. El paciente es expuesto muchas veces a una situación que desencadena los pensamientos obsesivos y aprende gradualmente a tolerar la ansiedad y resiste la urgencia de llevar a cabo el acto compulsivo. Se considera que la medicación y la TCC son mejores que cualquier tratamiento solo para reducir los síntomas.
La psicoterapia se puede utilizar para:
  • Brindar formas efectivas de reducir el estrés
  • Reducir la ansiedad
  • Resolver conflictos internos

Expectativas (pronóstico)

El trastorno obsesivo-compulsivo es una enfermedad prolongada (crónica) con períodos de síntomas graves, seguidos de períodos de mejoramiento. Sin embargo, es poco común que se presente un período completamente libre de síntomas. La mayoría de las personas mejora con el tratamiento.

Complicaciones

Las complicaciones a largo plazo de este trastorno tienen que ver con el tipo de obsesiones o compulsiones. Por ejemplo, el lavado constante de las manos puede causar ruptura de la piel. Sin embargo, normalmente este trastorno no progresa a otra enfermedad.

Situaciones que requieren asistencia médica

Solicite una cita con el médico si sus síntomas interfieren con su vida diaria, el trabajo o las relaciones interpersonales.

Prevención

No se conoce una forma de prevención para este trastorno.

Nombres alternativos

Neurosis obsesiva-compulsiva; TOC

Referencias

Blais MA, Smallwood P, Groves JE, Rivas-Vazquez RA. Personality and personality disorders. In: Stern TA, Rosenbaum JF, Fava M, Biederman J, Rauch SL, eds. Massachusetts General Hospital Comprehensive Clinical Psychiatry. 1st ed. Philadelphia, Pa: Mosby Elsevier; 2008:chap 39.
Feinstein RE, Connelly JV. Personality disorders. In: Rakel RE, ed. Textbook of Family Medicine. 7th ed. Philadelphia, Pa: Saunders Elsevier;2007:chap 60.
Koran LM, Hanna GL, Hollander E, Nestadt G, Simpson HB, et al. Practice guideline for the treatment of patients with obsessive-compulsive disorder. Am J Psychiatry. 2007;164:5-53.
Stein DJ, Denys D, Gloster AT, et al. Obsessive-compulsive disorder: diagnostic and treatment issues. Psychiatr Clin North Am. 2009;32:665-685.

¿Cuáles son las causas del TOC? ¿Tengo yo la culpa?

¿Cuáles son las causas del TOC? ¿Tengo yo la culpa?

Algunos familiares se han preguntado, “Si tengo rasgos subclínicos, ¿desarrollaré ese trastorno?”.
No hay pruebas que respalden ese vínculo.
De hecho, muchas personas tienen rasgos obsesivo-compulsivos durante toda su vida y no llegan a desarrollar un TOC.
Tanto los factores ambientales como genéticos parecen contribuir a la aparición de los síntomas obsesivo- compulsivos.
Los últimos estudios genéticos, junto con un análisis de anomalías neurobioquímicas en personas con TOC, indican que este trastorno puede tener un cierto componente genético. Así, varios miembros de una gran familia pueden estar afectados por un TOC u otros trastornos relacionados, como el síndrome de la Tourette (ST).
Los miembros de la familia pueden presentar diversos síntomas, obsesiones y compulsiones, ansiedad generalizada, crisis de angustia y tics complejos motores o vocálicos (síndrome de la Tourette).
Según los estudios genéticos, existe un índice de concordancia más elevado de TOC en gemelos monocigóticos (cerca del 65 %) que en gemelos bicigóticos (alrededor del 15 %). Hasta la fecha no se han realizado estudios sobre hijos adoptivos o gemelos que hayan crecido separados.
Parece ser que las personas afectadas por un TOC presentan una vulnerabilidad genética que se ve influida por situaciones de estrés y factores ambientales, originando la aparición de síntomas. Aunque la mayoría de las anomalías se asocian a un neurotransmisor llamado serotonina, es posible que 11también participen otros neurotransmisores.
En otras investigaciones se ha sugerido la alteración de algunas regiones específicas del cerebro como causantes de los síntomas obsesivo-compulsivos.
Dichas regiones del cerebro son muy ricas en receptores de serotonina y están asociadas al aprendizaje de procesos y a conductas de aproximación/huida. También se han identificado trastornos similares al TOC en el reino animal. Por ejemplo, existe un trastorno consistente en limpiarse y lamerse en exceso que puede afectar a perros, gatos o incluso pájaros.
Dicho trastorno produce caída del pelo o de las plumas por lamerse o escarbarse con el pico en exceso, de forma compulsiva. Los daños en la piel pueden causar infección y, en casos extremos, poner en peligro la vida del animal. Por fortuna, los animales afectados responden a los mismos medicamentos utilizados para tratar el TOC, que actúan a través de un mecanismo serotoninérgico. Pese a que muchas investigaciones científicas se han centrado en factores biológicos, existe una extensa literatura publicada sobre el modelo teórico de aprendizaje del TOC. El modelo más popular se basa en la teoría de dos fases de Mowrer para la adquisición y el mantenimiento de actitudes de miedo y rechazo.
En la primera fase de la adquisición, objetos neutrales (retretes, tijeras), pensamientos (“alguien se va a hacer daño”) o imágenes (el demonio) se asocian a miedo/ansiedad, a través de su relación con un estímulo de aversión que produce malestar.
En la segunda fase, o de mantenimiento, se refuerza el rechazo de los desencadenantes (situaciones, objetos) ya que así disminuye la ansiedad. Esta explicación es demasiado simplista. Además, los desencadenantes internos (pensamientos, imágenes, impulsos) pueden producir angustia y desatar compulsiones.
Por otra parte, las compulsiones no siempre se exteriorizan. De hecho, muchas personas afectadas por el TOC describen compulsiones mentales, como contar, analizar una conversación o comprobar una habitación mentalmente.
Los modelos cognitivos complementan los modelos de conducta o aprendizaje, abordando el proceso cognitivo típicamente alterado en el TOC. Pese a que estos pensamientos tan molestos para las personas con TOC son comunes para la mayoría de nosotros, esas personas experimentan un malestar excesivo, por miedo a que suceda una catástrofe, y les resulta más difícil rechazar ese tipo de pensamientos. Los investigadores del campo cognitivo están estudiando los fenómenos cognitivos (creencias, memoria, procesamiento de la información, actitudes, percepciones) para distinguir los procesos de razonamiento obsesivo-compulsivo de las formas comunes de pensamiento.
Es importante reconocer que el TOC no es “culpa” de la persona afectada. Igualmente, usted, como familiar, ha de saber que no es el causante del TOC; éste no está originado por una determinada educación. Los padres que sufren un TOC temen enseñar a sus hijos a tener los síntomas. Un padre que no para de “lavarse” puede tener un hijo que no para de “comprobar cosas”. Aunque la genética parece desempeñar un papel en el TOC y los hijos imitan a los padres, no es posible aprender la ansiedad que acompaña al TOC de los padres.
Quizá sea humano sentirse responsable de los fenómenos psicológicos que no tienen una explicación única y clara.
Es posible que se pregunte a sí mismo: “Bien, si yo no he sido, ¿cuál es la causa?”. Actualmente, la mejor explicación general es la siguiente: una predisposición genética en la que muy probablemente esté implicado el neurotransmisor serotonina puede determinar que una persona sea vulnerable al desarrollo de un TOC. Ciertos valores, la ética y las creencias personales pueden contribuir a ello, pero los padres no causan el TOC.
Todos podemos sentirnos culpables por la forma en que hemos educado a nuestros hijos o hemos respondido a nuestro cónyuge. Culpar a los familiares no conduce a nada. Por el contrario, éstos pueden aprender a participar eficazmente en el tratamiento del TOC y a desempeñar un papel crucial facilitando mejoras funcionales y no favoreciendo la persistencia de los síntomas.
Usted, como familiar, puede aprender conductas de apoyo que le alejen de las compulsiones e influir en la evolución de los síntomas de la persona con TOC y en su vida.

Un ratón obsesivo compulsivo

Un ratón obsesivo compulsivo PDF Imprimir E-Mail
ElMundo.es (Por Angeles López)   
lunes, 27 de agosto de 2007
El aseo compulsivo lesionó la piel. (Foto: Jing Lu, Jeff Welch y Guoping Feng | 'Nature')Investigadores estadounidenses han creado, mediante ingeniería genética, ratones obsesivos compulsivos que presentan los síntomas típicos que sufren las personas con este trastorno. El estudio, publicado en 'Nature', también muestra cómo con la inyección de un gen o la administración de un antidepresivo consiguen una mejoría de esta patología.  El trastorno obsesivo compulsivo lo padece en torno al 2% de la población mundial. Se caracteriza por obsesiones (pensamientos no deseados) y compulsiones (acciones repetitivas a modo de rituales que llegan a generar ansiedad y tensión). Aunque un tipo de antidepresivos, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, pueden disminuir estos síntomas, sólo funcionan en la mitad de los casos.
Tampoco está claro si la principal causa de esta enfermedad es una alteración del sistema de la serotonina (una sustancia sintetizada en las neuronas), ya que algunos estudios han mostrado que circuitos en los que intervienen otros neurotransmisores como la dopamina o el glutamato también están implicados en este trastorno.
Por estos motivos, el poco conocimiento sobre la enfermedad y la escasa eficacia de los medicamentos, se precisa desarrollar nuevos tratamientos. Sin embargo, esto es complicado sin comprender mejor la base neurológica de la enfermedad, por la complejidad de los factores genéticos y ambientales involucrados en esta patología y por la carencia de un buen modelo animal. Y esto es precisamente lo que ha logrado esta investigación que ha contado con el patrocinio de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.

Un tipo de sinapsis

Investigadores de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte (Estados Unidos), suprimieron en ratones un gen, el Sapap3, que está involucrado en la comunicación mediada por el glutamato en la sinapsis córtico-estrial (sistema de señales o impulsos de un tipo de células nerviosas). Estudios anteriores habían implicado el trastorno obsesivo compulsivo con uno de estos circuitos del cuerpo estriado, una zona en mitad del cerebro relacionada con la coordinación de los movimientos voluntarios. Sin embargo, no se sabía exactamente qué conexiones fallaban.
A los cuatro meses de haberles suprimido el gen, los roedores mostraron pérdida de cabello y heridas en la piel debido a un aseo compulsivo. También se comprobó que presentaban una mayor tasa de ansiedad que aquellos animales a los que no se les había modificado genéticamente.
Posteriormente, al introducir, mediante la inoculación de un virus, la proteína que produce el gen Sapap3 se observó que el comportamiento compulsivo y la ansiedad de los ratones se redujo. También se detectó un efecto similar cuando se les administró inhibidores de la recaptación de la serotonina, el antidepresivo que se utiliza para tratar este trastorno.
Según los investigadores, estos resultados identifican un importante papel del Sapap3 en la función sináptica del glutamato en el circuito córtico-estrial. "Éste es el primer estudio que relaciona directamente comportamientos como el obsesivo compulsivo con anomalías en el sistema glutamatérgico en un específico circuito cerebral, lo que podría conducir a nuevas dianas para desarrollar fármacos", señala Guoping Feng, de la Universidad de Duke, y principal autor del trabajo.
"Ahora el reto será trasladar lo que hemos aprendido de este impresionante y nuevo modelo genético animal para ayudar a los 2,2 millones de estadounidenses atormentados por pensamientos y conductas repetitivas", explica el doctor Thomas R. Insel, director del Instituto de Salud Mental de Estados Unidos.
Por su parte, Steven E. Hyman, del departamento de Neurobiología de la Universidad de Harvard (Massachusetts, EEUU) comenta en un artículo, publicado también en 'Nature', que no hay que olvidar que lo observado en esta investigación se produce en ratones, y que es altamente improbable que lo ocurrido en tales modelos animales se repita idénticamente en los trastornos psiquiátricos humanos.
No obstante, reconoce que este estudio "nos dirige a centrar nuestra atención en los circuitos fronto-estrial-talámico tanto de los pacientes humanos como de los modelos animales para el trastorno obsesivo compulsivo. También nos da una serie de pistas de que esta conducta está asociada con una enfermedad cuya base está en una anomalía sináptica de las neuronas. Esto debería ayudar a comprender este trastorno a nivel molecular".